lunes, 14 de mayo de 2012

Encuentro y desencuentro entre familia y escuela.

A pesar de tener un objetivo común, que es conseguir una formación integral y armónica del niño, hay desencuentros entre la familia y la escuela. Estos sistemas de influencias necesitan cooperar para garantizar la estabilidad y el equilibrio para una formación adecuada de niños y adolescentes.
Algunas semejanzas y divergencias son:
·         Objetivos educativos diferentes.
·         Responsabilidades distintas.
·         Tipo de actividades en cada entorno.
·         Las relaciones que se establecen entre padres y educadores.

Hace unos años, la familia era la primera y única institución encargada de la formación de los jóvenes. Asumía la satisfacción de las necesidades infantiles, materiales y espirituales, así como la formación de valores y habilidades para la inserción a la vida adulta.
Con el tiempo, surgieron las escuelas y se convierten en las instituciones más significativas para el desarrollo de los niños después del ámbito familiar.
El trabajo infantil deja de ser necesario y se prioriza la educación y la formación de los niños.

Actualmente, hay una perspectiva integracionista, en la que tanto escuela como familia intentan dar lo mejor de sí para converger ambas y conseguir potenciar al máximo el desarrollo del niño. Esto, es una utopía porque no se da por parte de todos los maestros ni todos los padres.
·         Algunos padres depositan en los maestros la mayoría del peso de la educación de sus hijos, porque como van al colegio a aprender y el maestro los enseña, ellos creen que en casa no tienen que hacerlo con tanto énfasis.

·         Otros padres intentan integrarse en el centro y en todas las actividades que hacen sus hijos dentro de él, causando para algunos docentes una sensación de cuestionamiento de su trabajo y sus métodos.

 La dificultad conceptual para propiciar la interaccionista familia-escuela no radica en la sensibilización de estas instituciones sino en el planteamiento de qué entiende cada una de las partes por participación en el encuentro interactivo y cómo hacerlo.
A todo esto se añaden variables tales como el nivel académico de los padres, aunque tampoco es un factor determinante, al igual que el nivel socio- económico.

Según cualificaciones de diferentes modelos educativos de familia hacia los padres se ve que:
1.       El modelo racional se caracteriza por una gestión jerárquica de la relación educativa con los hijos.
En consecuencia, los padres deciden sobre el futuro del niño y la disciplina, el orden, la sumisión a la autoridad son el fundamento de la comunicación padre-hijo que pasa a ser de naturaleza autoritaria.
En cuanto a su relación con los maestros, con frecuencia esta categoría de padres desconfía de la labor de los primeros y las dificultades de comunicación pueden llegar a ser insalvables.

2.       El modelo humanista, otorga al hijo un gran poder de decisión y, al tiempo, se le permite expresar sus emociones, se facilita el aprendizaje según su punto de vista, etc. 
La comunicación que establece padre-hijos es empática y el centro de su preocupación suele ser el futuro del niño.
La interacción de la familia con el profesor se caracteriza por la empatía y la expresión de las emociones; importará mucho la autogestión y los medios para que la persona sea ella misma siendo esta preocupación esencial en este modelo. Los padres suelen buscar, preferentemente, del saber del maestro y, por lo tanto, se puede afirmar que existe poca interacción en la realidad.

3.       El  modelo simbiosinérgico implica la puesta en común de recursos del saber hacer de las personas. Los padres suelen establecer una relación de reciprocidad con su hijo reconociendo los derechos y deberes de cada uno, e intentando guiar al hijo sobre la base de su propia experiencia , en este sentido, el diálogo es el medio más comúnmente utilizado en la familia.
En su relación con los maestros esta categoría de padres se enfrentan a ellos con una idea de interdependencia y de reciprocidad en el aprendizaje y desenvolvimiento de cada uno, y donde todos deben aprender de todos. Se requiere por parte del maestro una misma actitud para que el resultado sea óptimo.



Debemos concienciarnos que la interacción con el centro por parte de la familia no se limita a asistir a las reuniones a las que convocan los tutores o el propio centro, sino participando en actividades que se desarrollen dentro colaborando en la propuesta y elaboración de esas actividades, informándose sobre los métodos que se emplean en las aulas y otras muchas posibles formas más de participar.
Para ello, es fundamental que los maestros, permitan este tipo de participación y la promuevan.


Para esta entrada me he apoyado en una página de monografías.com que me pareció interesante por las diferencias que se ven entre los 3 modelos que aparecen de relación padres- centro educativo.

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